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lunes, 7 de marzo de 2016

¨Era abril en París. Sí, yo estaba enamorado¨. Miles Davis - Juliette Gréco

Fue en París, en 1949, cuando Miles Davis se enamoró de Juliette Gréco: "Juliette y yo solíamos pasear juntos por las orillas del Sena, cogiéndonos de la mano y besándonos, mirándonos a los ojos ... Era como cosa de magia, casi como si me hubieran hipnotizado. No lo había hecho nunca. Estuve siempre tan inmerso en la música que no tuve tiempo para romances de ninguna clase. Juliette fue probablemente la primera mujer a quien amé a un nivel de igualdad entre seres humanos".Entre 1975 y principios de 1980, Miles Davis no cogió ni una sola vez la trompeta. "El sexo y las drogas ocuparon en mi vida el lugar que la música había ocupado hasta entonces, y me entregué a ellos día y noche. Tuve, mientrás duró aquel período, tantas mujeres que he perdido la pista de la mayoría, y por no recordar no recuerdo ni sus nombres. Si hoy las encuentro por la calle, probablemente no reconoceré casi a ninguna...".
Ella era blanca y existencialista, él era negro y trompetista. Ella vivía en París rodeada de intelectuales y poetas. Él era americano de Illinois y llegó para tocar en el Pleyel. Los dos eran muy jóvenes. En aquél París de ambientes de humo y canciones todavía era posible todo.




"La música era toda mi vida hasta que conocí a Juliette Gréco. Me enseñó lo que significaba querer algo distinto a la música. Probablemente, Juliette fue la primera mujer a la que amé como un ser humano, en un pie de igualdad. Era hermosa. Teníamos que comunicarnos mediante expresiones, con el lenguaje corporal. Ella no hablaba inglés y yo no hablaba francés. Nos hablábamos con los ojos, los dedos. Con este tipo de comunicación, uno sabe que el otro no le cuenta mentiras. Tienes que moverte por los sentimientos." (Miles, la Autobiografía, 1989).




miércoles, 2 de marzo de 2016

Homenajes: Jorge L. Borges y Umberto Eco

Si (como el Griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.
(Jorge Luis Borges: "El golem")


"Stat rosa pristina nomine, nomina nuda
tenemus" (palabras finales de la novela
"El nombre de la rosa", extraídas del himno
"De contemptu mundi", de Bernardo Morliacense)


El nombre de la rosa - mi reconocimiento personal
Umberto Eco

Recuerdo que tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían hecho unas 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), que me dijo: "Lea este libro. Es de un argentino que nadie conoce aquí". Me enloqueció. Me pasaba noches y noches leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a primera vista. Desde mi juventud, cuando Borges apenas tenía 1000 lectores en Italia. Era un desconocido en ese momento (estoy hablando del año 1955 o 1956). Evidentemente, hay una suerte de homenaje en El nombre de la rosa, pero no por el hecho de que haya llamado a mi personaje Burgos. Una vez más estamos frente a la tentación del lector de buscar siempre las relaciones entre novelas: Burgos y Borges, el ciego, etc.. Simplemente me gustó la idea de tener un bibliotecario ciego y le puse el mismo nombre de Borges, pero en ese momento todavía no sabía que iba a quemar la biblioteca. Es una alegoría. Al igual que los pintores del Renacimiento, que colocaban su retrato o el de sus amigos, yo puse el nombre de Borges, como el de tantos otros amigos. Era una manera de rendirle homenaje a Borges.

Extracto de una entrevista de Jorge Halperín, realizada en 1992.

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