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miércoles, 2 de marzo de 2016

Homenajes: Jorge L. Borges y Umberto Eco

Si (como el Griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.
(Jorge Luis Borges: "El golem")


"Stat rosa pristina nomine, nomina nuda
tenemus" (palabras finales de la novela
"El nombre de la rosa", extraídas del himno
"De contemptu mundi", de Bernardo Morliacense)


El nombre de la rosa - mi reconocimiento personal
Umberto Eco

Recuerdo que tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían hecho unas 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), que me dijo: "Lea este libro. Es de un argentino que nadie conoce aquí". Me enloqueció. Me pasaba noches y noches leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a primera vista. Desde mi juventud, cuando Borges apenas tenía 1000 lectores en Italia. Era un desconocido en ese momento (estoy hablando del año 1955 o 1956). Evidentemente, hay una suerte de homenaje en El nombre de la rosa, pero no por el hecho de que haya llamado a mi personaje Burgos. Una vez más estamos frente a la tentación del lector de buscar siempre las relaciones entre novelas: Burgos y Borges, el ciego, etc.. Simplemente me gustó la idea de tener un bibliotecario ciego y le puse el mismo nombre de Borges, pero en ese momento todavía no sabía que iba a quemar la biblioteca. Es una alegoría. Al igual que los pintores del Renacimiento, que colocaban su retrato o el de sus amigos, yo puse el nombre de Borges, como el de tantos otros amigos. Era una manera de rendirle homenaje a Borges.

Extracto de una entrevista de Jorge Halperín, realizada en 1992.

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