El hombre de los dados, The dice man -publicada en 1971- escrita por Luke Rhinehart (seudónimo de George Cockcroft) y nombre del protagonista, es una novela que narra la vida y aventuras de un psiquiatra residente en Nueva York. Como terapeuta elabora un singular y poco ortodoxo método para tratar el comportamiento represivo que conduce al individuo que lo manifiesta a desarrollar comportamientos obsesivos. El método -basado en la creencia de que la vida del individuo es consecuencia del azar- utiliza las seis caras numeradas de un dado para decidir distintas circunstancias de la vida.
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En el capítulo cuarenta, nos brinda una síntesis de su teoría:
“El Hombre de los Dados (...) es un experimento sobre el cambio de personalidad, sobre la destrucción de la personalidad (...). Para destruir una única personalidad dominante, hay que ser capaz de desarrollar muchas personalidades; hay que convertirse en alguien múltiple (...). El Hombre de los Dados (...) es una criatura cuyas acciones decide, diariamente, el lanzamiento de los dados, que escogen entre varias opciones creadas por el hombre”. Cuatro capítulos más adelante, hay una interesante aclaración sobre la relación entre los dados y la esquizofrenia: “La personalidad del esquizofrénico se escinde y se multiplica contra su voluntad; él ansía la unidad. Yo he creado conscientemente la esquizofrenia”. Así de claro, contundente y razonable es el fundamento de la revolución propuesta por Rhinehart. “Los hombres llevan demasiado tiempo admirando a Prometeo y a Marte –afirma en el capítulo diecisiete– nuestro dios debe ser Proteo”.
La novela, editada en España por Editorial Destino, cuenta con el honor de haber sido incluida por la BBC en la lista de los 50 libros más influyentes de los últimos 50 años. Considerado libro de culto en el Reino Unido y Estados Unidos donde vendió millones de ejemplares siempre estuvo rodeado de polémica por la crudeza con la que se refleja el ambiente de permisividad que se respiraba en el Nueva York de principios de los 70 y por el marcado desprecio ante la ciencia de la psiquiatría que muchos aprecian en la obra. Coincidió con los últimos coletazos que protagonizaba la generación de la contracultura o "beat" y el movimiento hippy en la costa oeste, el Hombre de los dados de alguna manera adopta esta retorica cuya una de sus máximas más repetidas fue "vive y deja vivir".